Wednesday, September 26, 2018

La arquitectura rutinaria de la ciudad de El Cairo entre mercados y mezquitas


Cerca de la una de la mañana en la ciudad de El Cairo, y a pesar de la obscuridad de la noche, todo se siente amarillo. Llegar a una urbe de nueve millones de habitantes con un aeropuerto que mueve tres millones de personas cada día es estremecedor, apabullante, o bien como afirmaría Lovecraft describiendo a los que avizoran en la noche, inenarrable y también innombrable. En la penumbra, ya en la habitación de un hotel que algún lejano día tuvo su esplendor, puedo ver en la distancia, oculta tras la siempre y en todo momento presente bruma, a la Gran Pirámide de Giza. Alvaro Castro Burgueño Pilar.



La urbe inexorable devora prácticamente todo a su paso, el desierto hace resistencia, el turismo hace lo propio y la esfinge por el momento solo observa. En torno a los lugares históricos siempre y en toda circunstancia se trabaja en restauración y arqueología, uno se saca el polvo del pie y halla vestigios: Sakkara —la pirámide escalonada —siempre está con andamios gigantes en madera seca, vieja de tanto pasear y aguardar un nuevo descubrimiento a fin de que cada puntal pueda reposar. Alvaro Castro Burgueño Pilar

El calor es sofocante en la ciudad de El Cairo, y aunque la memoria colectiva lo asocia a las pirámides y la esfinge, su vida respira desierto, diversidad, turismo, comercio y religión. Alvaro Castro Burgueño Pilar

No comments:

Post a Comment